Aguas arriba, una decena de kilómetros al norte de Turmi y
en la margen izquierda del río, se asienta la tribu de los Surma, famosa por
los discos de arcilla con el que las mujeres se adornan su labio inferior.
Cuando una mujer Surma va a contraer matrimonio, la dote que consiga su familia
dependerá en buena parte del tamaño del disco que porte.
El Valle bajo del Omo, en Etiopía, fue declarado Patrimonio
de la Humanidad en 1980 por la multitud e importancia de yacimientos
paleontológicos que se da en esa zona. Allí fue donde se encontraron los restos
fosilizados de Hombres de Kibish, los Homo Sapiens más antiguos hasta la fecha.
Curiosamente, en este lugar que vio nacer a nuestros más
viejos antepasados, viven en la actualidad tribus que parecen haberse quedado
en la prehistoria. Por supuesto el contacto con la civilización les ha hecho
aprender de la modernidad a marchas forzadas, pero siguen manteniendo
costumbres y formas de vida ancladas en el pasado.
Sin duda un viaje al Valle del Omo es un cúmulo de
experiencias visuales dado el colorido de los maquillajes, los estrambóticos
tocados, los platos que les deforman la boca y la indiferencia con la que viven
con algo sumamente asombroso, pero que no deja de ser cotidiano para ellos.
Por supuesto, no todo es tan bonito. Esta zona, igual que
toda Etiopía, está sumida en la pobreza, además de en conflictos entre tribus.
Es habitual ver por estos parajes hombres con armas de fuego, según ellos
mismos para proteger sus territorios y sus ganado.
También es común que las visitas turísticas a los poblados
se conviertan en un mero intercambio comercial de fotografías por dinero, o que
algunos, como los temibles Mursi se tornen en inflexibles negociadores de unos
minutos de su vida. Tienen éstos una mala (y muchos dicen que merecida) fama de
ser toscos, poco simpáticos y amenazadores, además de no tener el menor reparo
en adueñarse de lo ajeno.
Son esos mismos Mursi que, por otra parte, fascinan al
viajero con sus adornos y tocados de extraños materiales y con los platos de
cerámica que les deforman los labios y los lóbulos de las orejas hasta límites
insospechados.
Estas tribus, en ocasiones tan violentas y primitivas tienen
curiosamente un marcado sentido de la estética, ya que muestran las increibles
decoraciones corporales hechas tan solo con pinturas naturales y sus propias
manos. En muchas de estás imágenes acompañan sus maquillajes con adornos y
tocados fabricados con todo tipo de materiales. Todo un ejemplo de arte sin más
medios que los que ofrece la naturaleza.
El escenario parece ser que fue un antiguo desfiladero
volcánico, con laderas erosionadas, con grandes sedimentos rocosos y barros
pigmentosos, en los que abundan el ocre, el caolín, el cobre oxidado, con sus
tonos de verde y cenizas con todo un continuum de colores, del negro azabache
al más diáfano blanco, con toda una gama de amarillos y de tonos grisáceos, que
se convierten, en las manos de los habitantes de esas orillas, en toda una
acuarela de colores, con las que embellecen sus cuerpos y así honran a la
naturaleza.
“Dibujan con las manos abiertas, con sus uñas, a veces con
un palito de madera ó ayudados por unas hojas y unas palmas. Sus gestos para
pintar son rápidos, espontáneos y va más allá de la infancia y de lo que buscan
los maestros de la pintura contemporánea.
Se nota que en esta población hay un amor a su cuerpo, a sus
desnudeces adornadas. La relación es seducir a través del color.
Sus dedos se hunden
en la tierra y a los minutos el milagro : un pubis pintado, un pene
coloreado o una cara haciendo el milagro de traducir la naturaleza y su entorno
en sus cuerpos.
El escenario parece ser que fue un antiguo desfiladero
volcánico, con laderas erosionadas, con grandes sedimentos rocosos y barros
pigmentosos, en los que abundan el ocre, el caolín, el cobre oxidado, con sus
tonos de verde y cenizas con todo un continuum de colores, del negro azabache
al más diáfano blanco, con toda una gama de amarillos y de tonos grisáceos, que
se convierten, en las manos de los habitantes de esas orillas, en toda una
acuarela de colores, con las que embellecen sus cuerpos y así honran a la
naturaleza, en un alegre cuidado de sí, cosa que bien deberíamos aprenderles
los occidentales.
Pensar que los seres humanos, soñamos con conquistar otros
planetas.Gastamos millones de dólares invirtiendo en hipotéticos viajes al
espacio.Las grandes potencias yá se estan disputando terrenos en Marte o en la
Luna,y aquí en la tierra quedan, entre otras cosas, culturas y pueblos
desconocidos para la mayoria de los habitantes de este mundo.
Costumbres y tradiciones que superan en grande a la
imaginación del más brillante escritor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario