sábado, 11 de junio de 2011

La catedral de San Basilio






Ivan El Terrible

Iván IV Vasilievich apodado 'El Terrible', nació en Kolomenskoie (Rusia) en 1530 y murió en Moscú en 1584. Fue zar de Rusia desde 1547 hasta su muerte.

Era hijo de Basilio III y Elena Glinski, y nieto de Iván III El Grande.

Fue el primero de los príncipes rusos en hacerse llamar oficialmente 'Zar de todas las Rusias'.


                               

Fue coronado a los 3 años, al morir su padre en 1533.
Su madre ejerció la regencia durante cinco años, hasta que fue asesinada por las familias boyardas (nobles) que se disputaban el poder.
Ya al quedarse huérfano de padre, Iván empezó a sufrir toda clase de violencias y humillaciones por parte de una nobleza que lo utilizaba en sus intrigas y ambiciones. Pero la existencia del pequeño Iván empeoró cuando a los 8 años asistió al envenenamiento de su madre. Esta terrible infancia marcaría su futuro y el de toda Rusia, ya que lo haría vengarse de esa clase social que tanto daño le había hecho.
De pequeño Iván disfrutaba reventando los ojos de los pájaros, abriéndoles las entrañas, y lanzando perros desde lo alto de las murallas del Kremlin, para deleitarse con sus gritos de agonía. Pero fue al cumplir los 13 años cuando empezó a hacer efectivo todo el odio acumulado durante su niñez. Su primer crimen lo cometió contra el príncipe Andrei Chuisky, haciendo que fuese despedazado por una jauría de perros hambrientos.
Implantó un régimen de terror contra las clases altas de Rusia, y fue probablemente a partir de ese momento cuando se originó la terrorífica leyenda de Iván IV.




Kazan, año 1552

Los soldados tártaros caen derrotados ante el ejército ruso. El Janato de Kazán, situado en territorio de la actual Bulgaria, pasó a formar parte de Rusia aquel mismo año. Los supervivientes tártaros de aquella batalla fueron decapitados, y sus turbantes fueron el modelo perfecto para que tres años después, los arquitectos Barma y Postnik, empezaran la construcción, por orden del Zar Ivan IV el Terrible, de un templo en homenaje a aquella victoria.
En 1.555 comenzó la construcción de la Catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo, más conocida como la Catedral de San Basilio. Seis años después, en 1.561, se colocó la última piedra. 




Cuenta la leyenda, que al acabar, el Zar Ivan el Terrible, conocido por su violencia y temeridad, preguntó a los arquitectos si serían capaces de construir algo más bello que aquel templo. 
Cuando contestaron que probablemente sí podrían, el Zar mandó cegarlos. 
En 1.588, ya con Fiodor Ivanovich  como nuevo Zar, se construyó una nueva capilla anexa en la que reposan los restos de San Basilio Bendito.
San Basilio es, sin duda, el símbolo de Moscú, y prácticamente, de toda Rusia; su obra más bella; arte hecho color y formas; un racimo de sensaciones sorprendentes que invaden a la persona que por primera vez se encuentra frente a ella y observa sus cúpulas tan exóticas y orientales. 




Situada en la Plaza Roja de la capital rusa, Moscú, justo frente a la torre del Kremlin, esta iglesia ortodoxa fascina por sus cúpulas con forma de cebolla que rodean al templo central, cada una con unas formas y unos colores distintos. Este templo central tiene un techo piramidal, y alcanza una altura de 47 metros. Anexo a él, se encuentra la décima parte: el mausoleo de San Basilio que le da nombre a todo el edificio. Su interior es como un pequeño laberinto de capillas que destacan por sus frescos.




La catedral , situada en Moscú, está formada por nueve capillas que se fusionan en una. Originalmente eran ocho, formando una estrella de ocho puntas, la cual simboliza la Iglesia Cristiana; la estrella enseña el camino a Jerusalén. Cada torre alude también a los ocho santos de los ocho días en los que el Zar batalló para la victoria antes mencionada. Esta maravilla se construyó entre 1555 y 1561.




El nombre de esta catedral no siempre fue San Basilio. Se llamaba la Catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo. En el año 1588 el Zar Fiodor Ivanovich agregó una nueva capilla en el lado este, sobre la tumba de San Basilio (un pescador de nombre Basilio, que sanaba a los pobres y de quien se dice que era vidente). Esto originó que fuera llamada luego Catedral de San Basilio.
La nueva iglesia fue bendecida el 1 de octubre, aniversario de la caída de Kazán, y dedicada a la fiesta del Manto de la Virgen que se celebra esa fecha. Su nombre oficial era, por lo tanto, Catedral del Manto de la Virgen, y contaba con muchas más cúpulas de las que vemos hoy. Eran de pequeño tamaño y evocaban a los 24 Ancianos del Apocalipsis.




San Basilio


¿De dónde le vino el nombre de “San Basilio”?  Ya en la época en que se estaba edificando, vivía en la obra un hombre llamado Vasili, que era un “blazhenny”, un “bienaventurado”, como se llama en Rusia a los “locos de Dios”. Tenía fama de santo y era muy respetado y venerado por el pueblo como tantos otros similares a él a lo largo de Rusia. Desde jovencito contaba con un especial don de clarividencia, se negaba a dormir bajo techo, iba todo el año desnudo y descalzo, y llevaba cadenas de penitente (que hasta hoy adornan su sepulcro en una de las capillas de “su” templo).




Decían que la única persona a la que temía el feroz Iván el Temible era al santo loco Vasili. Cuando murió el santo, fue enterrado en el cementerio de la iglesia de la Santa Trinidad en el Foso. El zar y sus boyardos portaron personalmente el ataúd y el patriarca metropolita de Moscú ofició la ceremonia.
Mientras se acababa de construir la nueva iglesia del Manto de la Virgen, corría la voz sobre los milagros que ocurrían en torno a la tumba del loco Vasili. Finalmente, en 1588 se edificó una capilla anexa a la iglesia del Manto de la Virgen, donde trasladaron los restos de Vasili colocados en un cofre de plata, y el Patriarca Job beatificó al taumaturgo, asignando el día de su muerte, el 2 de agosto, para su veneración y memoria.   




Esta iglesia milagrosamente se salvó de varios intentos de destrucción por parte de varios enemigos: 
Napoleón quien quiso destruirla ante la imposibilidad de llevarla a París.
Kaganovich, un colaborador de Stalin que sugirió su demolición, y que afortunadamente tampoco tuvo éxito. El arquitecto P. Baranovsky amenazó con quitarse su vida si se destruía el edificio, lo cual hizo que Stalin desistiera, y que hasta la actualidad podamos disfrutar de esta gloria arquitectónica.
Su interior contrasta con su exterior, ya que es mucho más modesto en su decoración, y conserva un ambiente más íntimo y austero.aunque a sus visitantes les quita el aliento el iconoclasto de oro de la capilla central, junto a las pinturas de la virgen y su hijo.
Colorida, imponente, famosa e indiscutiblemente bella. Una flor en el corazón moscovita que podemos ver, sentir y recordar.